Néstor y Cristina: En el Olimpo de los Cleptócratas ~ Laura Alonso

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Jamás imaginé que vería a dos Presidentes argentinos ingresar al triste olimpo de los cleptócratas. Según Transparency International, la ‘pole position’ es liderada por Mohamed Suharto quien gobernó Indonesia por 31 años y se estima que, bajo su mandato, se habrían robado entre 15 y 35 billones de dólares. Más recientemente y por estos lares aparecen Alberto Fujimori, ex Presidente del Perú, bajo cuya administración se calculan unos 600 millones de dólares ilícitamente apropiados, y, el ex Presidente nicaragüense Arnoldo Alemán con unos 100 millones.

En nuestro país, si aplicáramos una ‘humilde’ coima del 3 por ciento a los subsidios al transporte, la ONCCA, energía y combustibles, durante 10 años, la suma ascendería a 9,000 millones de pesos. Si la tarifa se mantuviera en el tristemente clásico ‘diego’ (o 10 por ciento) estaríamos hablando de 30 mil millones de pesos desviados por la corrupción. Quedan excluidos los excedentes presupuestarios o los cambios de partidas por decretos de necesidad y urgencia o decisiones administrativas del Jefe de Gabinete. Tampoco se han calculado los costos posibles de la corrupción en obra pública (rutas, autopistas, viviendas, escuelas, hospitales, etc), Aduana, importaciones millonarias de hidrocarburos, Fútbol para Todos, publicidad oficial, Tecnópolis, Aerolíneas Argentinas, YPF, ENARSA, Ciccone, entre otros. Y la cuestión se agrava aún más si tenemos en cuenta estudios que revelan que miles de millones de dólares – potencialmente vinculados a la evasión y la corrupción, se extrajeron de la Argentina durante esta década. Situación totalmente comprensible si evaluamos el horrendo desempeño de la AFIP y la UIF.

No es novedad que nuestro país clasifica pésimo – cada año peor- en los estudios de percepción de la corrupción o clima de negocios. Reprueba todos los exámenes porque desde hace una década el matrimonio presidencial ha hecho todo para que el país fracase. Mientras tanto triunfa el proyecto nacional y popular de instauración, consolidación y expansión de una cleptocracia electiva.

En democracia, las elecciones pueden funcionar no sólo como un mecanismo de acceso al poder sino como una fachada para legitimar el desarrollo de actividades ilícitas de los cleptócratas. Es más fácil que suceda en regímenes políticos de baja institucionalización donde estos personajes ponen en marcha mecanismos para cooptar, asfixiar o eliminar todo tipo de controles. Ensalzan épicamente al ‘control popular’ mientras enmascaran la destrucción de los controles institucionales horizontales, deslegitiman el rol del periodismo independiente y destrozan los sistemas profesionalizados de la administración con el ingreso de militantes a sueldo.

¿Cómo puede resultar efectivo el ‘control popular’ de las declaraciones juradas de un Presidente y su cónyuge si no son puestas bajo la lupa de un equipo de contadores, abogados y economistas especializados en detectar enriquecimiento ilícito, lavado de dinero y otras yerbas? ¿Usted dejaría una cirugía a corazón abierto en manos de un panadero? ¿O prefiere que sea un buen cirujano el que lo opere? ‘Control popular’ suena simpático para panfletos revolucionarios pero bastante ineficiente para detectar el enriquecimiento ilícito de los funcionarios públicos.

Reiteradas crónicas periodísticas describen el exitoso y exponencial enriquecimiento patrimonial de choferes, secretarios, cajeros de banco y cadetes junto al de altos funcionarios políticos. ¿Por qué será que el ‘viento de cola’ aumenta el patrimonio de los que están en la cúspide del poder político y sus alrededores?

El kirchnerismo montó un andamiaje para el saqueo de recursos públicos. Estableció reglas y tarifario para la corrupción. Se trata de una corporación monopólica de la apropiación ilegal de recursos públicos concentrada en lo más alto del poder político con pocos gerentes y un casi único destinatario.

La máquina cleptocrática funciona con eficiencia sin controles y sin límites temporales mientras las poblaciones de los países empobrecen, a pesar de la retórica y la ilusión populistas, y se contabilizan pérdidas mayúsculas en materia de oportunidades de inversión para el crecimiento y el desarrollo. La permanencia ‘eterna’ en el poder es esencial. Por eso, promueven reelecciones indefinidas en democracias imperfectas.

La cleptocracia kirchnerista ha operado sobre la base de: excedentes del presupuesto público manejados con discrecionalidad a través de decretos de necesidad y urgencia o simples disposiciones administrativas; desmantelamiento de los entes reguladores de servicios públicos; temprana cooptación de la SIGEN; proliferación de juzgados vacantes y jueces subrogantes; comisariado en la Procuración General para controlar investigaciones, y, asfixiar y remover a los fiscales; renuncias y acefalías ‘eternas’ de la Fiscalía Nacional de Investigaciones Administrativas y la Defensoría del Pueblo de la Nación; domesticación de la Oficina Anticorrupción que no ve lo que vemos todos; ocultamiento de información pública y nula rendición de cuentas; ‘adormecimiento’ de la Unidad de Información Financiera plagada de familiares y militantes en el lugar de los especialistas; y, el uso de la AFIP para promover el ‘siga-siga’ de los evasores ‘amigos del poder’.

A pesar de la desesperación que causa este panorama, el caso de la cleptocracia de los Kirchner puede resultar una oportunidad inestimable para acceder a una parte importante de la verdad sobre la corrupción en la Argentina contemporánea.

Los sistemas de corrupción centralizada ofrecen ventajas considerables para el investigador porque las puertas de acceso son pocas. A ello se sumaría una aparente necesidad (o única posibilidad) de acumular físicamente parte de los activos ilegalmente apropiados. Entonces, si bien algunos dineros pueden haberse ‘lavado’ en el circuito financiero internacional, es dable concluir que una parte importante podría estar ‘enterrada’.

Si los videos de Vladimiro Montesinos llevaron a la verdad de la cleptocracia fujimorista, los bolsos viajeros, el patrimonio abultado de ignotos empleados y funcionarios públicos exitosos, y, el descubrimiento de bóvedas (llenas o vacías) en domicilios particulares pueden deparar sorpresas.

En un estado de hipercorrupción, la investigación judicial es ‘una llovizna en el desierto’ como dice Moreno Ocampo en su libro “En defensa propia”, dado que la independencia de jueces y fiscales está bajo la lupa y los códigos de procedimientos judiciales son inadecuados para la investigación de delitos complejos.

A pesar de ello, la reconstrucción del mapa del dinero, los montos y los protagonistas y destinatarios pueden resultar una tarea de inestimable valor para los que buscamos saber la verdad. Esta tarea titánica no es necesariamente un ejercicio para jueces y fiscales pero sí para el periodismo de investigación, los académicos y organizaciones no gubernamentales locales e internacionales. También podría serlo para una comisión parlamentaria investigadora si la Argentina logra abandonar su presente de ‘lavadero’ y recupera la senda republicana.

La corrupción nos ha hecho un país más injusto y desigual. Le ha quitado oportunidades a los pobres y ha matado inocentes. El escándalo reciente nos brinda la oportunidad de descubrir, analizar e interpretar una operatoria para desarrollar un sistema institucional de control profesionalizado y suficientemente robusto para evitar que suceda nuevamente o lo detecte a tiempo. Como en salud pública, siempre es preferible prevenir la corrupción porque curarla puede resultar costoso e imposible.

No será un tiempo fácil pero puede resultar reparador para volver a creer que la democracia con poder distribuido y contrapesado, es la plataforma para el desarrollo y la justicia social de la que nunca debimos apartarnos.

A lo largo de la historia, la sociedad argentina ha sido dividida, enfrentada y desmoralizada por autoritarios y corruptos. Sin embargo, se ha levantado con dignidad y firmeza frente a los atropellos y las injusticias. Como muchos, no me resigno a creer que los cleptócratas nos han quebrado porque sé que sólo podremos construir un país justo si accedemos a la verdad, y, algún día a la justicia.

No es tiempo para tibios ni conformistas. Es tiempo para perseverantes y pacientes. Se requiere coraje y valentía en la clase política y, fundamentalmente, en la sociedad.

Los corruptos nos han robado el presente. ¿Vamos a permitir que hipotequen nuestro futuro? ¿Con qué cara vamos a responder a nuestros hijos cuando nos pregunten mirándonos directo a los ojos: ‘¿vos qué hiciste cuando supiste que se robaban nuestra plata?’.

 

 

@lauritalonso

Volantear en la UBA no te hace ministro ~ Nicolás Pechersky

Volantear en la UBA no te hace ministro

Nicolás Pechersky

Con la vuelta a la democracia en 1983, nace una nueva generación de dirigentes a la que podemos conocer como la Generación NBA, por los egresados del Nacional Buenos Aires. El histórico semillero de la política porteña y nacional deberá un día hacerse cargo de esta generación y de sus saqueos.

El mismo colegio que educó a gigantes como Carlos Mugica, Carlos Pellegrini, Saavedra Lamas, José Ingenieros, Belgrano, Moreno y Varsky, hoy se tiene que hacer cargo de Aníbal Ibarra, el Cuervo Larroque, Kicillof y gran parte de sus segundas líneas, responsables y cómplices del descontrol de sobreprecios en fondos públicos y de la inoperancia que terminó por destruir la política de transporte y energética.

La estatización de YPF no respondió a una reivindicación histórica. La planearon cuando encontraron uno de los más grandes yacimientos de Shale Oil (petróleo no convencional) del mundo. Cuando se acabe el petróleo convencional y pasemos al no convencional, Argentina va a ser uno de los tres países con más recursos del mundo, junto con China y Estados Unidos.

Es decir, en 20 o 30 años, entre las crecientes demandas de alimentos, el Shale Oil y la crisis de la Unión Europea, Argentina podría pasar fácilmente a ser una de las 10 economías más grandes del mundo.

Dos obstáculos nos separan de nadar en petrodólares. Por un lado la extracción de crudo no convencional con la tecnología de hoy irremediablemente destruye el ecosistema de la zona de extracción. Entre Vaca Muerta y el yacimiento aún más grande en la zona de Entre Ríos, destruiríamos entre el 2 y el 3 % del territorio nacional, cosa que al modelo nacional y populista parece no importarle.

El otro obstáculo es el de nuestra propia arrogancia. Se ve que creernos los mejores del mundo, tirar por la borda acuerdos y contratos internacionales, entrar en default, robar y mentir, no está bien visto en el mercado internacional. Parece que para los demás países ni Kirchner fue Luther King ni Chávez fue Gandhi. Por esto YPF no logró la confianza para obtener las inversiones necesarias a fin de comenzar con los pozos.

YPF desde su estatización no alcanzó ni las propias metas que se impuso. La producción está cada vez peor por la falta de capacidad y experiencia para conducirla.

Sólo en 2013 necesitamos 17 mil millones de dólares para importar gas y petróleo cuando deberíamos ser autosuficientes. Esos millones van a salir de las reservas, de la soja y del blanqueo de capitales corruptos.

El resto de la gestión nacional, una vez más, se financiará con emisión, generando así la terrible inflación que afecta más a los pobres, la que los niños ricos militantes y funcionarios de escritorio quieren negar.

Ser militante de la UBA o del Nacional no te vuelve experto en todo. Tener 40 años no te hace mejor ni más revolucionario. En política hablar es gratis pero en gestión tus acciones hablan por vos.

Mientras la gente muera por accidentes de trenes, mientras sigamos importando gas y petróleo cuando podríamos fácilmente producirlos y hasta exportar, sería mejor que nuestras estrellas de la década ganada hablen menos y escuchen más, que lean un libro cada tanto y que elijan a sus equipos por capacidad y experiencia, y no por usar una pechera de La Cámpora. Nuestro país, nuestro futuro y tristemente nuestras vidas dependen de eso.

vía Infobae.com.

Ante la decisión más importante de la historia por Federico Sturzenegger

 

Por Federico Sturzenegger

Hace unos años, un señor de más de 80 años, trabajando en soledad en un campo gasífero de Pennsylvania, logró lo que no habían podido los gigantes Shell y Exxon: descifrar los misterios de formaciones rocosas shale , lo que permitió la explotación de gas no convencional. Durante diez años sus esfuerzos lo llevaron por los campos de la fractura hidráulica y la bioquímica antes de dar con un proceso que funcionara. Pero valió la pena: el descubrimiento cambió el mundo. En los Estados Unidos, en particular, se triplicaron las reservas, y el precio del gas cayó a un quinto. Obama retiró sus tropas de Irak y con las importaciones de petróleo retrotrayéndose a los valores de 1987 hace dos semanas autorizó la primera exportación de gas. El mapa geopolítico cambió y el mundo se encamina a un siglo de energía barata.

La posibilidad de explotar este tipo de formaciones es una bonanza para la Argentina. Como cuento en mi libro Yo no me quiero ir , según el departamento de Energía de los Estados Unidos, la Argentina tendría la tercera reserva mundial después de la de China y los Estados Unidos. El potencial del país, concentrado en el yacimiento de Vaca Muerta, es 73 veces las reservas actuales. Lo que hay en Vaca Muerta equivale en barriles de petróleo a la mitad de las reservas de hidrocarburos de Arabia Saudita.

Es imposible pensar lo que ha ocurrido en la Argentina en los últimos 20 años sin tener en cuenta el boom de la soja. Una estimación rápida del impacto de la soja en la riqueza de los argentinos se obtiene al computar el aumento en el valor de la tierra agrícola en el país. Este ejercicio da el equivalente a un PBI. Usando el precio del gas que hoy le compramos a Bolivia, Vaca Muerta equivaldría a siete PBI. Si la soja le hizo algo a la economía, multiplíquelo por 7 y verá por qué este tema es importante, muy importante.

La Argentina pareciera no estar consciente de lo que tiene entre manos. Por eso es importante llevar al plano del debate público la discusión sobre qué se va a hacer con esto: ¿cómo se va a llevar a la producción?, ¿cómo se van a usar esos recursos?

Respecto de lo primero, la Argentina tiene un camino recorrido. En los años 90 se concesionaron muchas áreas petroleras al sector privado. Algunas vía licitaciones y otras mediante negociaciones uno a uno. La historia da un veredicto contundente: todo lo que se concesionó mediante licitaciones logró un buen valor para el Estado, amén de haberlo hecho en un contexto de transparencia y competencia. No por nada, éste es el esquema que usa, por ejemplo, Petrobras, para adjudicar sus campos en las aguas profundas del Atlántico. Por el contrario, lo negociado en los 90 a puertas cerradas resultó en importantes pérdidas patrimoniales para el Estado y lograron los adjudicatarios condiciones excesivamente ventajosas. Como YPF no tiene ni tendrá los recursos para encarar esta explotación necesita encontrar socios que la ayuden en la tarea. Pero corre un frío por la espalda cuando un gobierno, acusado de corrupción, con faltante de dólares, con un déficit energético creciente (producto de diez años de desquicios en su política energética), y en un contexto de máxima inseguridad jurídica, pone esta riqueza de todos los argentinos en juego. Por eso es importantísima la valiente señal que dio la semana pasada el ultrakirchnerista Eduardo Basualdo, al renunciar al directorio de YPF por su desacuerdo con las condiciones que había impuesto Chevron para abordar la explotación de Vaca Muerta. La sociedad toda, el Congreso y la oposición, debe tomar cartas en el asunto, exigiendo hacer públicas las negociaciones y proponiendo mecanismos transparentes de licitación. Por su parte, el ex director Basualdo debería hacer públicos los motivos que llevaron a su renuncia. El tema es demasiado importante para dejarlo en el reino de la especulación. Es claro que urge la explotación de un recurso, máxime cuando las perspectivas son las de un derrumbe en el precio del petróleo y gas en las próximas décadas. Pero tampoco es conveniente entregar estos recursos en un momento de tanta inseguridad jurídica, que redundaría en un valor muy reducido para el Estado argentino de cualquier concesión que pudiera concretar.

Después queda la discusión de cómo se deberían usar esos recursos. Una primera definición es que estos recursos son tan cuantiosos que no deberían ser usados por un gobierno ni siquiera por una generación. Estos recursos hay que invertirlos y preservarlos para que estén disponibles para nosotros, nuestros hijos y nietos, y sus hijos y nietos. Hay modelos para estudiar. Noruega, por ejemplo, atesora sus recursos petroleros para mantener bajo el resto de sus impuestos. Alaska le entrega un cheque a cada ciudadano todos los años con el retorno real de los fondos, para preservar el capital. Otros países como Kazakstán guardan para el Estado los recursos y hacen obras de infraestructura (más o menos útiles). Se viene un debate importante. El debate de la abundancia. Es importante empezarlo. Porque si seguimos anestesiados a nuestra propia realidad, la corrupción y la abulia nos pasarán su factura.

 

 vía  lanacion.com.ar

La gestión de YPF

La gestión de YPF

Y la felicidad por decreto

(Columna de Sebastián Scheimberg, economista, especialista en energía e investigador de la Fundación Pensar)

Pretender bajar el dólar paralelo por decreto es tan ilógico como en su momento lo fue reglamentar la soberanía energética. Algo parecido a reglamentar la felicidad, lo que siquiera sucede en la sociedad que parodió magistralmente Aldous Huxley en “Un Mundo Feliz”. En el mundo feliz vernáculo, se decretó la Soberanía Hidrocarburífera (Decreto 1277/2012) tras la nacionalización de YPF.

Sin embargo, desde entonces los resultados han avanzado en sentido contrario. Tras casi un año de gestión de la nueva empresa de bandera, aumentó la dependencia del combustible importado, se profundizó la falta de diversificación energética (entendida como una mayor participación de las fuentes fósiles en la generación eléctrica, que aún llega al 65% del total), se duplicaron los cortes de servicio eléctrico por deterioro de su calidad y, nuevamente, se inauguraron obras ya inauguradas que siguen esperando su puesta en marcha tan largamente anunciada, como el caso de la central Atucha 2 y la licitación de dos grandes obras hidroeléctricas.

Los números de YPF

Pero detengámonos por un instante en el análisis de YPF, la empresa que pasó a convertirse en un nuevo símbolo del modelo. Un símbolo de ambigüedades, de doble discursos, marchas y contramarchas. Si bien toda transición implica un parate, como el que hubo a partir de mediados de 1999 cuando se produjo la adquisición de la empresa por parte de Repsol, también con la anuencia del Gobierno de Carlos Menem y del entonces gobernador de la provincia de Santa Cruz, los resultados financieros del año estarían reflejando esa transición. La caída del 12% de la utilidad neta de la empresa no es entonces la variable a analizar. Tampoco son los ingresos operativos, y mucho menos toda comparación nominal que últimamente quiere instalar el Gobierno, ignorando el proceso inflacionario (o, peor, la evolución del dólar paralelo).

Las variables más relevantes serían las que refieren a la comparación de la actividad productiva del segundo semestre del 2012 contra igual período del 2011, teniendo en cuenta que el cambio de gestión se inicia a mediados del mes de abril. En este caso, todos los indicadores estarían revelando una incapacidad para lograr el objetivo decretado: cayó la producción de petróleo y gas, el procesamiento de crudo y la perforación de pozos.

En cambio, sí se incrementó la utilización de equipos de perforación. Lo cual, analizado en conjunto con el resto de los datos, estaría revelando un aumento de la ineficiencia económica de la firma. La pregunta relevante es: ¿Hace falta tener una empresa de bandera como medio para lograr el autoabastecimiento? La respuesta es que puede ser una condición necesaria, pero seguro que no es suficiente.

La YPF de José Estenssoro tenía el 20% de acciones en poder de la Nación, con derecho de veto para decisiones estratégicas, y otro tanto en manos de las provincias. Los apremios fiscales llevaron a sucesivas ventas de dichos porcentajes hasta que, modificación de Estatuto mediante, se fue liquidando la compañía.

El modelo de Petrobras también mantiene mayoría política estatal, y el más exitoso actualmente de Ecopetrol (Colombia) hace lo propio.

Actores e intereses

Lo que es seguro es que quienes han sido responsables del vaciamiento de la compañía, habiendo permitido un sobregiro de dividendos por encima de las utilidades entre 2008 y 2011, a partir del endeudamiento de la compañía y la falta de inversión en exploración, son poco creíbles para estar al frente de las decisiones de política energética de la Nación, mientras ensayan medidas de corte cada vez más intervencionista.

Ahora el nuevo instrumento será la injerencia lisa y llana en los contratos entre generadores y grandes usuarios eléctricos que, contrario a lo que se proclama, están pagando tarifas elevadísimas por los consumos incrementales respecto de los del año 2005, base para el cálculo de la tarifa incremental. Sumado a la indexación salarial y el atraso cambiario, estas industrias continúan perdiendo competitividad para exportar y generar empleo calificado. También es cierto que una empresa nacional que busca financiamiento en un mercado de capitales que prácticamente le da la espalda a la Argentina por su elevada inestabilidad macroeconómica y nivel de riesgo asociado, difícilmente pueda conseguir los objetivos que se ha planteado su actual conductor, quien a medida que pasa el tiempo parecería perder poder frente al ala política la que convive dentro de la torre de Puerto Madero.

Esta es una diferencia notable respecto a la conducción de Estenssoro, quien logró imponer sus convicciones para posicionar a YPF entre las empresas más exitosas de la región. En un punto, la responsabilidad de la clase dirigente habla también, y mucho, de la actitud del empresariado nacional que está llamado a deponer actitudes serviles para cambiar la mentalidad rentística por acciones que promuevan el progreso nacional.

Los personajes de Aldous Huxley pudieron lograr la felicidad sólo cuando fueron capaces de desafiar la autoridad que imponía un relato inverosímil.

vía El Economista.